18/11/09

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Me agradó la fotografía de la postal y el pequeño análisis que la antecede. Se muestra claro que la regulación de estos 16 estados está fuertemente influenciada por la desafortunada combinación de los valores judeocristianos con los de la economía actual. Esto es muy desafortunado pues parece que los grupos pro-vida luchan por nuestro derecho a vivir hasta que nacemos, pero desde que nacemos hasta que morimos no les importamos. Para ellos vale más luchar por una vida posible que las miles de vidas ya concretadas. Para ellos es más justo que un bebe nazca en una familia sin dinero, destinado a no tener trabajo ni educación ni salud que darle el derecho a una mujer a elegir sobre su cuerpo.

La ética actual coincide en que, para poder vivir en un mundo intercultural, debemos tolerar. Pero también aclara que lo único que no debe tolerarse es, evidentemente, la intolerancia. Estas personas tienen el derecho de hacer sus juicios de valor sobre la vida y sobre el aborto, pero lo que no pueden es imponerles a los demás sus valores a través de la ley. No es posible decir simplemente que el aborto es bueno o malo, puede ser lo uno o lo otro. Pero solamente le toca juzgar esto a aquella persona afectada. Cada ser humano es dueño de sí mismo y es quien tiene el derecho a decidir sobre sí.

La religión es una creencia que solamente es validada por la costumbre y por consiguiente no debe imponérsele a nadie. Es momento de llamar al estado a recordar su tradición laica, la decisión sobre nuestro cuerpo debe tomarla cada uno y nadie más. Aborto si, aborto no, que cada quien decida.